Arquímedes (287-212 a.C.), Se le considera padre de
la ciencia mecánica y el científico y matemático más importante de la
edad antigua. Tuvieron que pasar casi dos mil años para que apareciese
un científico comparable con él: Isaac Newton.
En el campo de las Matemáticas puras su obra más
importante fue el descubrimiento de la relación entre la superficie y el
volumen de una esfera y el cilindro que la circunscribe; por esta razón
mandó Arquímedes que sobre su tumba figurase una esfera inscrita en un
cilindro.
A él le debemos inventos como la rueda dentada y la
polea para subir pesos sin esfuerzo. También a él se le ocurrió usar
grandes espejos para incendiar a distancia los barcos enemigos.
¡ Eureka, eureka ¡ ¡Lo encontré!
Eso es lo que dicen que gritó un día el sabio
Arquímedes mientras daba saltos desnudo en la bañera. No era para menos.
Ayudaría ( a él y a todos nosotros después) a medir el volumen de los
cuerpos por irregulares que fueran sus formas.
Medir volúmenes de cuerpos regulares (un cubo, por
ejemplo) era algo que ya se sabía hacer en la época de Arquímedes, pero
con volúmenes de formas irregulares (una corona, una joya, el cuerpo
humano) nadie lo había conseguido.
Hasta que Arquímedes se dio cuenta de que cuando
entraba en una bañera llena de agua hasta el mismo borde, se derramaba
una cantidad de agua. Y tuvo la idea: si podía medir el volumen de ese
agua derramada habría hallado el volumen de su propio cuerpo.
En el año 212 a.C., Siracusa fue conquistada por los
romanos. Un grupo de soldados romanos irrumpió en la casa de Arquímedes
al que encontraron absorto trazando en la arena complicadas figuras
geométricas. "No tangere circulos meos" (No toquéis mis círculos),
exclamó Arquímedes en su mal latín cuando uno de los soldados pisó sobre
sus figuras. En respuesta, el soldado traspasó con su espada el cuerpo
del anciano Arquímedes.